¡Viva el gran líder!

Liderazgo. Esa característica la cual incluso aquellos que no están interesados ​​en ella reconocen cuando está presente. Es lo que las organizaciones exigen de todos sus colaboradores. No importa para quién trabajes, tus posibilidades de crecimiento dependen mucho de tu capacidad para liderar.

¿Pero qué piensas cuando escuchas la palabra líder?

A lo largo de la historia, hay un par de arquetipos claros. Está el Rey. Tiene toda la atención centrada en él. Es el vínculo entre el cielo y la tierra. Un protector, la existencia y el bienestar de sus súbditos dependen de él. Un buen rey es un visionario. Hombre de acción, es seguro de sí mismo. Mantiene la calma en tiempos de adversidad. Toma las decisiones difíciles. Es sabio, como el rey Salomón.

Tal vez eres como yo. Es el Guerrero del cual pienso. Personajes como William Wallace (Mel Gibson) en Braveheart y Maximus (Russell Crowe) en The Gladiator son el epítome del héroe que cabalga con ejércitos detrás de él. Es el luchador que se convierte en leyenda. Es competitivo. Es estratégico. Impone respeto. No nació con el papel, se lo ganó. No tiene dudas ni debilidades porque perder no es opción.

Estos son hombres, reales o imaginarios. Las mujeres que en el pasado han superado el desafío y sobresalido como líderes han tenido que hacer sacrificios. Han pagado su precio en vida y, a veces, con la reputación incluso después de muerte. La reina Isabel I de Inglaterra, la emperatriz Wu Zetian de China, la guerrera china Hua Mulan (la verdadera leyenda, no la película de Disney), fueron todas grandes líderes …

Me detengo en mis pensamientos. ¿Por qué, si soy gran admiradora del liderazgo femenino y una creyente acérrima de que existen diferentes estilos de liderazgo que pueden ser igualmente efectivos, primero pensaría en los hombres cuando me hago la pregunta? ¿Cuántos de nosotros tenemos prejuicios subconscientes que se heredan de tradiciones que datan siglos o incluso milenios? ¿Cómo rompemos el molde para aquellos que ya han sido condicionados, ayudarlos a apagar el modo automático y tomar conciencia de su pensamiento? ¿Cómo hacemos cambios para la nueva generación de líderes que estamos formando con conceptos actualizados e incluyentes?

La idea de liderazgo tomó importancia para mí cuando comencé mi vida profesional. De pronto, es LA palabra utilizada por mis jefes y recursos humanos. Cualquiera que tuviera ambiciones de tener una carrera exitosa tenía que convertirse en líder. Pero, la idea de liderazgo es diferente para todos. Dependiendo de su formación, las personas aplauden diferentes atributos. Sistemáticamente, comparaban mujeres con hombres. Una vez que las mujeres empiezan a comportar como hombres, a la gente no les agradaba. La joven Cristina estaba muy confundida.

Trasladémonos al día de hoy. De vez en cuando, hago trabajo voluntario. Recibí una llamada de una amiga que dirige un club para el desarrollo de liderazgo para chicas adolescentes. (De ahora en adelante, «las adolescentes».) Las adolescentes habían organizado una visita a un orfanato. Prepararon una lista de actividades que incluían conversaciones sobre el amor, el respeto y la obediencia seguidas de horas de juegos para disfrutar con las niñas del hogar. (De ahora en adelante, «las niñas».) Sería una chaperona de un grupo de adolescentes y sus niñas, con instrucciones de no intervenir a menos que las cosas se salgan de control.

¡Qué lección nos esperaba! Las adolescentes estaban todas emocionadas. Estaban listas. Organizaron la agenda, prepararon sus temas, agruparon sus materiales de apoyo. Incluso llevaron bolsitas con caramelos. Pensaron que iba a ser fácil. Sin embargo, se encontraron en frente de un público hostil.

Como observadora, me fascinaron las interacciones. Las chicas tenían entre seis y doce años. Una de dieciséis estaba sentada en una esquina, con cara de aburrida. Hubo un par de alfas que luchaban por el dominio del grupo. No querían nada que ver con lo que consideraban sermones de las visitantes, incitando a las demás en su rebelión. Las pobres adolescentes sufrieron. Una se congeló.

Después de unos minutos, decidí intervenir. Si dejaba que la mala energía continuara creciendo, se volvería demasiado difícil de manejar. Lo primero que hice fue calmar la situación. Dirigí mi atención a las niñas «problemáticas», pero sin regaños. (En realidad, disfruté bastante de su espíritu. Bien dirigidas, tienen el potencial de convertirse en grandes líderes.) En cambio, les di la oportunidad de expresar sus opiniones, por sarcásticas que quisieran ser, y las elogié por lo mucho que ya sabían. El objetivo era quitarles su armadura y cambiar la dinámica. Comprendí que tienen un fuerte mecanismo de defensa debido a sus circunstancias.

Luego sugerí un juego de charadas que, afortunadamente, fue un gran éxito. Las adolescentes parecían aliviadas. Espero haber podido mostrarles que a veces uno tiene que adaptarse cuando el guión no funciona.

Ahora que todos volvieron a ser felices, discretamente di a las adolescentes algunos consejos sobre cómo proceder y qué proyectar para evitar repetir el mismo escenario. Luego les anuncié a las niñas que las adolescentes estaban a cargo de la orden del día. No hubo mayores problemas después de eso. Solo había una cosa más por «arreglar». Le pedí a una de las otras acompañantes que hablara por separado con la chica de dieciséis años. La señora es peluquera. Era la persona perfecta para interesar a una joven de dieciséis años sobre el aseo personal y estilo.

La experiencia me recordó mi «preocupación» con respecto al estado actual del mundo y la necesidad de un concepto renovado de liderazgo. No es que las viejas ideas estén equivocadas, simplemente son incompletas. Aún soy fanática de mis héroes de antaño. Pero me gustaría ver que más personas en todo el mundo tengan acceso a un nuevo enfoque. Uno que sea integradora sin importar género, estilos, personalidades y culturas.

¿De qué está hecho un buen líder? He aquí una breve lista de los atributos de quienes más admiro.

  • Integridad. Sin ella, nada más importa.
  • Valor para tomar las decisiones correctas.
  • Resiliencia en tiempos difíciles.
  • Visión. Con un plan y una pizca de pasión.
  • Gran habilidad para comunicar. Para conectar, inspirar, persuadir, influir, alentar.
  • Buen ojo para el talento y las habilidades en los demás.
  • Capacidad para sacar las mejores fortalezas complementarias en un grupo. Un equipo empoderado se siente apoyado.
  • Flexibilidad. Para adaptarse, improvisar, cambiar el curso de acción si es necesario. Pero, sin perder de vista el objetivo final.
  • Estrategia. Creatividad.
  • Responsabilidad tanto en los fracasos como las victorias.
  • Voluntad de confrontación cuando la situación lo requiera.

No importa tu tipo de personalidad, si quieres liderar desde el frente o desde atrás, si eres hombre o mujer, todas las cualidades anteriores se pueden cultivar. Crea y acepta tu propio estilo de liderazgo. Prepara el camino para la igualdad de oportunidades y el desarrollo de la próxima generación de líderes para que podamos seguir avanzando como sociedad participativa. La forma de lograrlo es tener presente esta responsabilidad y hacer un esfuerzo consciente para eliminar nuestros propios prejuicios.